Víctor García ‘Pillo’ | @VictorG_Pillo

… que si pasaron por la fase de grupos sin pena ni gloria, 2 derrotas claras, una victoria in extremis frente a Arabia Saudí; que si estaban muertos; que si la presión de jugar como locales…. Todos estos argumentos saltaron por los aires con el cambio de fase y el consiguiente cambio en la mentalidad y motivación de los polacos. El partido de hoy pone de manifiesto lo determinante que es en el deporte el modo en que “la cabeza” del jugador afronta los partidos.

 Los polacos llevan preparando este torneo desde hace 8 años en un intento de volver a poner en valor su balonmano, tratando de reverdecer viejos laureles conseguidos por aquella fantástica generación de Bielecki, los hermanos Jurecki, Lijewski, Szmal etc. Una plata (2007) y 2 bronces (2009 y 2015), sus logros mundialistas.

Aunque creo que no consiguieron ese objetivo, es un equipo que tradicionalmente se nos da mal. Antecedentes cercanos, por ejemplo el último Europeo, así lo demuestran. Excesivamente físico, con una gigantesca defensa, cerrada y compacta en zona central que nos cuesta superar cuando no conseguimos correr.

Asumida y superada la ausencia de juego exterior de nuestro equipo, hoy los hispanos no estuvieron ni frescos ni creativos, olvidándose de uno de sus principales argumentos del ataque: la continuidad. Durante los primeros 20 minutos, nuestro juego de ataque se limitó a percutir una y otra vez con los hermanos Gebala, obcecándose una y otra vez en reiteradas acciones de 1×1 que casi siempre acababan en golpe franco, sin una mínima circulación de balón o fijación que otorgará al compañero una mínima ventaja para atacar al espacio o coger en desequilibrio a su oponente directo. Apenas se produjeron finalizaciones por zonas exteriores.

Defensivamente iniciamos el partido con una defensa 5:1 que tampoco funcionó como otras veces. La primera línea polaca superaba con cierta facilidad nuestras 2 líneas defensivas trabajando acciones en las que trataban de sacar de la zona central a Kauldi Odriozola, para que tanto Olejniczak como el fantástico lateral izquierdo del Kielce, Szymon Sicko, (4 de 5 en el minuto 15) perforaran una y otra vez la portería hispana.

Dos decisiones de Ribera dieron un giro radical al tono del partido. Cambió el sistema defensivo pasando a 6:0, con Guardiola y Peciña en zona central; y dio entrada a Cañellas para organizar el juego de ataque. A partir de ese momento los polacos (no olvidemos que jugaban con 2 pequeños en la primera línea, Olejniczak y Daszek); empezaron a tener problemas y España consiguió una ventaja de 4 goles (15-11 minuto 27) que se vio reducida en los últimos minutos hasta el 16-15 al descanso.

Las sensaciones ya eran diferentes.

Otra decisión de Jordi fue definitiva para la victoria hispana: la entrada de Gonzalo Pérez de Vargas puso la guinda y asentó la mejoría que se había apreciado a partir del minuto 20. Sus números son realmente imponentes: 7 paradas y un 47% de eficacia en 30’ de juego.

Con Sicko agotado emergió la figura de Jedraszczyk como único bastión del ataque polaco. Sus penetraciones y 1×1 obtenían como premio no solo el gol sino también sanciones disciplinarias que retrasaron varios minutos el despegue definitivo.

En conclusión, sin jugar a nuestro mejor nivel, sin leer bien el partido y sin estar cómodos en la pista, España ha dado un paso más de cara al objetivo mínimo de pasar a cuartos de final.

El viernes podremos dejar cerrado ya ese capítulo