El último fin de semana de mayo de 2010 el Lanxess Arena se estrenaba como gran capital del balonmano mundial. Por vez primera la EHF Champions League ponía punto y final a la temporada con una Final4 que aquel año coronó al THW Kiel.

El espectáculo de aquel fin de semana puso la base de una competición que ha crecido exponencialmente con el paso de los años. Desde entonces, la EHF Champions League se ha convertido cada edición en un producto cada vez más atractivo y su expansión por países europeos que jamás habían soñado con dominar el continente se volvió imparable.

Aquel año 2010, en el que Ciudad Real y FC Barcelona alcanzaron las semifinales (los culés jugaron la gran final), llegó 5 años después de que la selección española de Juan Carlos Pastor, con un estilo de balonmano rompedor, ganase el Mundial de Túnez. Aquellos años previos y los inmediatamente posteriores supusieron un cambio muy importante en el juego. El balonmano entraba en la era moderna.

La transformación del juego y la expansión del deporte por todo el territorio del viejo continente, unido a la crisis galopante del balonmano español, desencadenó en la emigración de entrenadores españoles que sembraron la semilla de los frutos que se están recogiendo en los últimos años. Los éxitos de los técnicos nacionales comenzaron a llegar y su propagación ya era un hecho. Cada uno con sus matices y sus características propias pero prácticamente todos sembrados y crecidos bajo el riego del balonmano de Pastor.

La irrupción de este balonmano más trabajado tácticamente, complementado con los físicos prodigiosos de los que adolece España pero de los que presuponen a varios países Europeos provocó un cambio dinástico radical. Alemania, ganadora de 5 títulos y con 4 subcampeonatos en solo 8 años, sucumbió ante este cambio de era liderado por los entrenadores españoles.

Siendo simplistas, del Darwinismo se puede extraer que la disyuntiva de las especies es adaptarse o morir. Y eso le está pasando a la Bundesliga en lo que a la EHF Champions League se refiere. Pues pasó de dominar a desaparecer y así éste será el tercer año consecutivo en el que ningún equipo de la competición más millonaria de Europa alcance las semifinales (en 2015 y 2016 solo llegó THW Kiel). Curiosamente la Bundesliga, al margen de Antonio Carlos Ortega con su TSV Hannover-Burgdorf, es la competición más reticente a los encantos del balonmano español. Sin adaptación, el único camino desemboca en la oscuridad.

La rotura total con el pasado llegó en 2015, cuando después de una década de finales de Champions en las que solo había equipos españoles y alemanes emergió un país foráneo, el Veszprém de Antonio Carlos Ortega. El equipo húngaro, en aquella edición, perdió la final contra el FC Barcelona de Pasqui en una Final4 donde también tuvo su presencia el Kielce de Talant Dujshebaev, ganador de la siguiente edición de la EHF Champions League. Por lo tanto, en el año de la ruptura total de la tendencia fueron hasta 3 los entrenadores españoles que llegaron hasta el Lanxess Arena.

Y así llegamos a este año, diez ediciones después del estreno del formato Final4 y cuatro años después del inicio de la caída del imperio alemán. El balonmano ya es otro, con un juego evolucionado y con más diversidad territorial (los últimos 5 campeones son de países diferentes). Y en todo esto la influencia del balonmano español es evidente.

Con todo esto, no existía mejor símbolo para representar este cambio de tendencia que ver el Lanxess Arena, en este décimo aniversario, con pleno de entrenadores españoles y todos entrenando a equipos de diferentes países. Allí, en Colonia, estarán: Pasqui, con el FC Barcelona Lassa; David Davis, con el Telekom Veszprém; Roberto García Parrondo, con el HC Vardar, y Talant Dujshebaev, con el PGE Vive Kielce.

El FC Barcelona de Valero Rivera o el Ciudad Real de Talant Dujshebaev son algunos de los ejemplos de las maravillas que ha construido el balonmano español alrededor de la EHF Champions League y, tras varios años de trabajo, por fin se completa la séptima maravilla, aquella en la durante el fin de semana más importante del año los banquillos solo hablan castellano.

@Eduagullo