Cuando el árbitro pita el inicio de un partido y el marcador refleja un 0-0 hay tres opciones: acabar ganando el partido, empatar, o perder. Hasta aquí deberían estar las cosas claras.

La derrota es un resultado más, una posibilidad que se puede dar. Y muchas veces la injusticia que rodea el deporte hace que entre una victoria y una derrota haya un abismo. Incluso un solo gol puede hacer que uno caiga en el precipicio de las críticas. Especialmente esto ocurre cuando llegan las rondas finales de los torneos, donde pequeños detalles pueden ser la diferencia entre una crónica que tilde el torneo de exitoso y una que la califique de decepción, o incluso fracaso.

Ayer España disputó un igualado partido ante Croacia. Y digo igualado por la comparativa entre plantillas, no por el marcador, que al final fue el fiel reflejo de lo parejas que se estaban ambas selecciones.

En los último 5 años España había disputado las semifinales de tres Europeos, llegando a conquistar la medalla de plata en 2016, y jugó las semifinales de dos Mundiales, siendo campeón en 2013. Por su parte, Croacia alcanzó las semifinales en el Mundial de España 2013 y jugó las semifinales de tres Europeos, consiguiendo la medalla de bronce en 2 ocasiones. Es decir, estábamos ante dos selecciones que son élite del balonmano mundial, no hay duda de ello. Por lo tanto, cualquier cosa podía pasar.

Tras 60 minutos intensos, España perdió. Croacia fue mejor y mereció la victoria. Pero las cosas no son blanco o negro. El hecho de que España hubiera sido inferior no abre el vedo para las críticas sin piedad. La autocrítica no es aconsejable, si no que es obligatoria. Pero siempre con una visión analítica y no solo tras una derrota.

Imagínense que tras la parada de Rodrigo Corrales España mete gol y fuerza la prórroga. Imagínense que en la prórroga se sigue la tendencia de la segunda parte, donde el parcial fue favorable a la selección de Jordi Ribera, y España se acaba clasificando para las semifinales. Esta labor de imaginación es interesante pues entre la realidad y la ficción solo hay un ataque de diferencia, acción que por cierto pudo ser bastante mejor. Al margen de este ataque, España hubiera hecho las mismas cosas mal y las mismas cosas bien. En la derrota y en la hipotética victoria. Por eso es importante recalcar que la derrota es solo un resultado. Que sí, que marca el devenir de un equipo dentro de un torneo pero que no debe ocultar lo que hay detrás, un partido. En una visión largoplacista el resultado se debe mantener al margen. Reforzar los aspectos en los que España estuvo bien ante Croacia y corregir los errores cometidos serán las bases sobre las que se cimentará un posible éxito en próximos torneos.

Es cierto que la defensa en la primera parte no estuvo en su mejor versión. Marko Mamic hizo mucho daño con su lanzamiento. Situación compleja de resolver, pues varios de los 7 goles que metió el lateral croata fueron desde muy lejos. Y también es cierto que así como se ajustó en el segundo tiempo, durante muchos minutos el ataque posicional estuvo atascado. Croacia no permitió a España correr y eso le hizo mucho daño. Incluso aquí tampoco la cuestión va de blanco o negro. Pues si bien es cierto que el ataque fue mejorable también hubo momentos donde España jugó bien pero los errores de lanzamiento ensombrecieron el trabajo previo.

A la hora de analizar también es importante tener en cuenta que el rival juega. Croacia mostró alternativas en su juego e hizo un buen partido. Ivan Stevanovic apareció en los momentos importantes, Marko Mamic destrozó a España en la primera parte y cuando España comenzó a desconectarlo emergió la figura de Luka Cindric, que con espacio también hizo mucho daño. Especialmente dañinas fueron las acciones en las que estando en inferioridad el central del HC Vardar rompió el 6:0 español.

Para sacar conclusiones positivas de cara al futuro es importante aislar todos los resultados del Mundial del propio juega de los 7 partidos disputados. El trabajo de Jordi Ribera ha sido en general muy positivo. Se ha visto una España mejorada en ciertos aspectos del juego y los novatos debutaron en el Mundial con fuerza y demostrando que hay futuro. El partido de Ángel Fernández ante Croacia es la muestra más clara.

Por delante el cuerpo técnico español tiene un importante trabajo, que hubiera sido prácticamente el mismo aunque España hubiera ganado hoy en la prórroga y el viernes ante Noruega. Probablemente el de ayer sea el último partido con la selección de alguna pieza clave de los ‘Hispanos‘ en los últimos torneos. Jordi Ribera debe encontrar sus relevos lo antes posibles para llegar al siguiente torneo en condiciones de luchar por las semifinales. Deberá buscar soluciones a los problemas evidenciados durante este torneo y alternativas para tener recursos con los que responder a los planteamientos rivales. Pero todo este trabajo debe llegar desde la tranquilidad y la consciencia interna y externa de que esta nueva España, que a medida que pasen los años será más nueva, no va desencaminada. La competencia es elevada y no siempre se puede ganar

Todos sabemos que España tiene carencias en su plantilla. Las tenía en este torneo y en el pasado Europeo, donde llegó hasta la final. Pero también tiene virtudes, muchas. Pues de no ser así sería imposible llegar hasta cuartos de final de un Mundial y perder de 1 con balón para empatar ante Croacia. El futuro pasa por explotarlas y buscar alternativas que puedan sorprender a las selecciones que consigan tapar las principales virtudes de España. Por ejemplo, hay que seguir trabajando para tener un as en la manga cuando haya una selección enfrente que no permita correr a España, que es cuando más cómoda se siente.

Quedarse fuera de los Juegos Olímpicos por 30 minutos malos ante Eslovenia y no llegar a las semifinales del Mundial de Francia duele, duele mucho. Más le duele a los propios jugadores, que por su ambición en cada torneo pelean por llegar hasta el podio y regalarle una alegría a una afición que ve como en su país su deporte tambalea. Pero como esto es deporte, unas veces se gana y otras veces se pierde. Hasta la extraterrestre Francia ha tenido torneos en los que no ha llegado a semifinales.

España, con sus virtudes y sus carencias, es un selección capaz de subirse al podio de un Mundial. Pero también hay que recordar que hay un pelotón de cerca de 10 selecciones que perfectamente pueden ganar a España. Ante selecciones como Croacia la derrota es un resultado que está ahí, caer como ha caído España no significa ningún fracaso ni la obligación de revolucionar la selección. En fin, la derrota no es más que un resultado. Para todo lo demás, no tengamos en cuenta la derrota. Análisis, trabajo, mucho trabajo y a pensar en próximos torneos.

Edu Agulló | @Eduagullo