Para un equipo al que se le presupone que debe estar en la Final4 de la Champions League año tras año, una vez que cumple con esta obligación, y más de la manera como lo ha hecho, la victoria se convierte en un deber y la derrota en un fracaso.

Sin importar que por el camino se hayan quedado equipos como PSG o Pick Szeged y sin importar la competencia que hay en una Final4 al FC Barcelona hay que exigirle levantar el título, que para eso es el gran favorito. De hecho, un año después de fracasar con estrépito al caer en octavos de final contra el que posteriormente fue campeón de Europa, el conjunto catalán tenía la obligación de volver al Lanxess Arena y además de hacerlo para ganar, para ganar su décima Champions.

A estas alturas de texto habrá quien se haya echado las manos a la cabeza pero puede ser que haya quien vista de normalidad esta visión sobre el FC Barcelona, el dominador sin discusión del balonmano español durante las últimas temporadas.

Al FC Barcelona, por su grandeza, se le debe exigir estar en la élite europea y debe soñar cada año con levantar el título más deseado por todos, la Champions League. Pero aun así la realidad está lejos de quienes le presuponen al conjunto blaugrana su presencia en Colonia año tras año y tachan de fracaso cada eliminación previa a una Final4 a la que ha llegado en 7 ocasiones a lo largo de sus 10 años de historia.

Si para un club como el FC Barcelona la presión externa suele ser muy elevada más lo estará este año, que llega a la Final4 como el equipo que mejor balonmano ha practicado durante la temporada. Capaz de meterle 42 goles al PGE Vive Kielce en Polonia, de ganarle de 6 al Vardar en Macedonia, de derrotar 28-36 al Montpellier cuando el vigente campeón de Europa se estaba jugando meterse en el Last16 o de meterle la friolera de 87 goles en dos partidos al IFK Kristianstad.

En este camino hacía Colonia el FC Barcelona Lassa ha superado varios obstáculos de gran tamaño y siempre lo ha hecho con una solvencia poco acorde con el alto grado de exigencia que hay hoy en día en el balonmano europeo. La apariencia de facilidad con la que el conjunto blaugrana adornó su travesía hacia el Lanxess Arena le otorga el título de favorito con el que nadie quiere cargar cuando llega una Final4, pues ya han sido muchas las ocasiones en el que el título lo ha levantado el equipo que estaba alejado de todos los focos.

En una Final4, en un fin de semana como este, todo puede pasar, la palabra ‘favorito’ pierde todo su significado. Los cuatro equipos que han llegado hasta aquí lo han hecho por méritos propios y el sábado 1 de junio, todo lo logrado con anterioridad quedará en el terreno de lo anecdótico. Solo importará lo que uno haga en los dos partidos del fin de semana y lo que está claro es que allí nadie llega sin plantillas capacitadas para ganar el título.

En esta tesitura a nadie se le puede exigir levantar un título que depende de un fin de semana en el que te enfrentas a lo mejor de lo mejor. Pero sin duda quien hasta el momento más argumentos ha dado para lograrlo es el equipo de Pasqui. En el balonmano moderno, con las fuerzas tan igualadas, los partidos se ganan o se pierden en las transiciones. Y ahí el FC Barcelona ha sido el mejor durante toda la temporada, corriendo como nunca tanto hacia delante como hacia atrás. Este es su gran aval de cara a esta Final4.

En el cambio de era del balonmano, Pasqui ha dado una vuelta de tuerca más y ha confeccionado un equipo que se aproxima con insultante facilidad a los 60 ataques por partido y que ni siquiera depende en exceso de los números de su portería, que igualmente tendrá un peso significativo en esta Final4.

El camino hacía la Final4 del FC Barcelona Lassa ha hecho disfrutar a cualquier aficionado al balonmano pero nadie otorga títulos por lo bien que juega uno, solo los resultados otorgan esos títulos que, en ocasiones con injusticia, marcan la fina línea que hay entre el triunfo y el fracaso.

@Eduagullo