Víctor García ‘Pillo’ | @VictorG_Pillo

A pesar de su habitualidad no deja de sorprenderme la capacidad de este equipo para revertir situaciones claramente desfavorables. Los jugadores entran en una especie de éxtasis que, cual microondas, revoluciona el partido de tal manera que, en un visto y no visto, se ha producido un cambio de dinámica que, como hoy, los buenos dejan de ser buenos y los que parecían malos se convierten en superestrellas. Resultado como casi siempre últimamente: una nueva medalla en el pecho de los Hispanos.

El primer tiempo fue una oda al descontrol. Una orgia de ataques y más ataque. Hasta 34 ataques hicieron los suecos. En el primer tiempo de la semifinal con Dinamarca encajamos 15 goles y tan solo conseguimos 10. En el partido de hoy encajamos 22 y conseguimos 18. Las 2 caras de partidos similares, que, sin saber el porqué discurren por derroteros antagónicos e imprevisibles.

Lo que ya se va haciendo previsible es que, sea cual sea el cariz del partido, con los hispanos nunca se puede dar nada por hecho.

Prácticamente inexistentes las defensas, el resultado dependía del mayor o menor acierto de cada portería. Y ahí nos ganaron: 8 paradas de los suecos (2 de Palicka y 6 de Thulin); por 3 de Pérez Vargas: 22-18 al descanso.

Sin perder el ritmo infernal del primer tiempo, el partido sufrió un giro copernicano que otorgó el control y mando a los hispanos. Nuevamente 2 decisiones de Ribera provocaron el cambio. La primera pasar del sistema defensivo 6:0 a 5:1, con S. Migallón como central defensivo y Kauldi Odriozola en el avanzado. Y la segunda, cambio en la portería, dándole el segundo tiempo a Rodrigo Corrales.

En esta nueva situación defensiva el ataque sueco ya no jugaba a placer como en el primer tiempo. Se les notaba muchos más incomodos y les costaba obtener buenas situaciones de lanzamiento. Las pocas veces que conseguían superar el entramado defensivo, emergió un fantástico Rodrigo Corrales, (7 paradas) que generó muchas dudas y mermó la confianza de los lanzadores suecos.

Por el contrario A. Figueras (6 goles) y Álex Dujshebaev (6 goles y 5 asistencias) en este segundo tiempo, se encargaban de mantener el ritmo goleador que ya no podía seguir Suecia.

Por cierto, en mi opinión gran arbitraje de las hermanas Bonaventura, controlaron con sobriedad, sin histrionismo, el partido, y mantuvieron el tipo en momentos en los que la afición sueca presionó.

Nos tienen mal acostumbrados. Hasta el punto de que puede que no lo valoremos en su justa medida y lleguemos a considerar normal algo tan excepcional como lo que están consiguiendo los hispanos.

Pongámoslo en valor y disfrutemos.