En la previa de la final de la Euroliga, Pablo Laso respondió a la pregunta sobre qué es el baloncesto moderno que “el baloncesto moderno es que mañana va a haber un baloncesto diferente al de ayer, he oido a Obradovic decir que aprende de sus jugadores cada día y si yo jugara el mismo baloncesto que hace 30 años, no jugaría una mierda, es así”.

Esta explicación es trasladable al balonmano y sin duda es un pensamiento que se ha aplicado para él mismo Patrice Canayer, que a base de renovación y evolución ha hecho de Montpellier un equipo competitivo durante las dos últimas décadas.

En 1995, Patrice Canayer llegaba al banquillo del Montpellier procedente del Paris-Asnières, equipo con el que había alcanzado las semifinales de la Challenge Cup cuatro años después de haber cogido al equipo en segunda división.

Con solo 33 años Patrice Canayer cogía las riendas de un joven equipo que jamás había ganado la liga francesa, de hecho su debut en primera división había llegado tan solo dos temporadas antes de su llegada. Con la incorporación de Canayer los triunfos no tardaron en llegar, primera temporada al frente del club y primer título de liga. Desde entonces, 14 veces ha levantado la liga francesa. La evolución de su balonmano le ha permitido hacer del Montpellier un equipo hegemónico en Francia, donde además de ganar esas 14 ligas, también ha levantado 13 Copas de Francia y 10 Copas de la Liga.

Cinco temporadas después de la llegada de Canayer, y tras ganar 3 ligas y 1 copa, se incorporó al equipo un jovencísimo Michaël Guigou. Corría el año 1999 y Montpellier ya era un grande de Francia, ahora solo le faltaba dar un paso más en Europa.

Con la entrada en el siglo XXI comenzaron a llegar buenos resultados europeos. En 2001 alcanzó los cuartos de final de la EHF Champions League, ronda en la que cayó ante el RK Celje Pivovarna Laško, y un año después, en la Recopa de Europa, también llegó hasta los cuartos de final (eliminado por el Ciudad Real).

Estas dos derrotas le sirvieron de experiencia para lo que llegaría la siguiente temporada. Canayer retocó el equipo en la dirección adecuada y con paso firme se coló nuevamente entre los 8 mejores de la EHF Champions League. En cuartos de final el rival era Zagreb, con el que empató en Croacia y al que vencieron con rotundidad en Francia (34-25). Patrice Canayer ya había dado un paso más. Aun con 41 años ya había llevado a su Montpellier hasta las semifinales de la máxima competición continental.

En las puertas de la final, el Montpellier se vió las caras con el RD Prule 67 Ljubljana, equipo al que ya había derrotado en la fase de grupos. La eliminatoria fue igualada pero los franceses pudieron hacer historia y alcanzar la final después de perder de 2 en Eslovenia y remontar en la vuelta con un 29-23. La hazaña ya estaba hecha, Montpellier se convertía en el primer equipo francés que alcanzaba la gran final.

Y aquella lucha por el título todos la recordaremos, el Portland San Antonio daba un golpe sobre la mesa en la ida ganando 27-19 y en la vuelta, en un partido durísimo y envuelto en polémica, el Montpellier obraba el milagro de la remontada venciendo 31-19. El título europeo ya era de Patrice Canayer y de Michäel Giguou, autor de 10 goles en ese partido de vuelta.

Tras aquel gran éxito del Montpellier de Canayer, los franceses volvieron a alcanzar las semifinales dos años después y desde entonces llegó una época de sequía europea hasta los últimos años, cuando Canayer aprovechó el repunte de la liga francesa para dar una vuelta de tuerca a su balonmano y hacer nuevamente del Montpellier un equipo con el que nadie está contento de cruzarse.

En 2014, Montpellier llegó hasta la final de la EHF Cup y la pasada temporada llegó hasta los cuartos de final de la EHF Champions League después de cargarse en el Last16 al vigente campeón, el Kielce. Aquello era el preludio de esta temporada, cuando 24 años después de su llegada, Patrice Canayer, acompañado en la pista por el incombustible Guigou, llevó al Montpellier hasta su primera Final4.

Ahora, un nuevo reto, el cual afronta con la ilusión del primer día. Porque si Canayer jugase al balonmano de hace 24 años, cuando llegó al Montpellier, no “se comería una mierda” pero su evolución y constante renovación le han llevado a seguir siendo un referente y así poder disfrutar ‘in situ’ del espectáculo de la Final4.

Edu Agulló | @Eduagullo