Víctor García Pillo | @VictorG_Pillo

La verdad es que se hace difícil hacer un análisis pausado del desarrollo técnico-táctico del partido. Hemos sido testigos de un espectáculo grandioso, de entrega sin límite, de desgaste físico y psíquico por parte de ambos equipos hasta niveles de auténtica extenuación.

Como suele suceder en estas ocasiones, por pequeños detalles, puntuales aciertos o desaciertos en jugadas concretas suelen decantar el resultado final.

No deja de ser paradójico, a la par que cruel, que 2 desacertadas acciones de Kristian Bjornsen, (en mi opinión el mejor jugador del partido) diesen a los hispanos, primero, la opción de igualar el partido en el último segundo cometiendo con un pasivo de “libro” que permitió a Dani Djushebaev igualar el partido y llevarlo a la prorroga; y finalmente fallando el último lanzamiento de la segunda prorroga, lo que valió a la postre la clasificación española.

Los noruegos entraron en el partido mucho más finos y acertados. Por el contrario, los hispanos parecían jugar con la mochila y corsé propio de los primeros minutos de partidos “de verdad”, los que no tienen mucho margen para subsanar errores. Ambos equipos con sus “argumentos” más previsibles: los dos con defensa 6:0; 2 cambios en el caso de España: En defensa Peciña entraba por Figueras y Guardiola por Alex Dujshebaev.

El cambio largo de Alex Dujshebaev provocó reiterados desequilibrios en el repliegue que fueron aprovechados por las rápidas transiciones noruegas, que nos castigó en el marcador con un 3-7 en el minuto 11.

La clara situación de desventaja obligó a Ribera a solicitar su primer tiempo muerto. Sirvió para que nuestra defensa subiera un punto la intensidad y, sobre todo, para ajustar el sistema de cambios y la organización del repliegue defensivo: Alex Dujshebaev ya no iba el cambio, sino que se ubicaba en el exterior izquierdo, siendo Ángel Fernández (mucho más cerca del banquillo) el que hacía cambio con Gedeón Guardiola.

Este pequeña pero decisiva modificación, permitió un repliegue y una reorganización defensiva mucho más rápidas que dificultaron la mejor arma del ataque nórdico. Un parcial de 2-7 que nos puso por delante el marcador 9-10 en el minuto 23.

A partir de ese momento la igualdad fue la tónica dominante hasta el final. Casi siempre los noruegos arriba en el marcador, pero con ventajas cortas sin que los hispanos se descolgasen del partido.

En el segundo tiempo, Ribera viendo que el ataque posicional estaba atascado y sin fluidez (una vez más) optó por jugar 4:2 con Serdio y Figueras en el pivote. Los noruegos “aplanaron” todavía más su defensa permitiendo el juego “espeso” y trabado en el que mejor se desenvuelve nuestra primera línea, encontrando casi siempre un último pase a pivote o extremos en buena situación de lanzamiento.

Wille intentó contrarrestar el 4:2 utilizando una mixta sobre Alex Dujshebaev que tampoco resolvió el problema, ya que Ribera alternaba el 3:3 con 4:2, obligando a reaccionar al entrenador noruego. Este “juego de banquillos” creo que benefició más a los hispanos. Los noruegos, más cartesianos, más cuadriculados les cuesta ajustarse a los cambios tácticos tan rápidos y drásticos.

Importante también en la victoria, una vez más, la actuación de Gonzalo P. de Vargas. Al contrario que su homónimo Bergerud (actuación destacada en el 1º tiempo) Gonzalo fue de menos a más. Discreto en el 1º tiempo con solo 4 paradas, pero determinante en el segundo y las prórrogas con 13 paradas para un total de 35% con 17/48

El punto debil de los hispanos en este partido, sin duda, fueron los graves errores en lanzamiento de 7 metros (paupérrimo 2 de 6). Aunque hoy no lo fueron, en este tipo de partidos suelen ser determinantes.

Lo dicho, un autentico partidazo entre 2 titanes, una autentica oda al esfuerzo extenuante que finalmente callo del lado hispano por un mejor acierto en las acciones finales.