Pocas horas después del traspiés ante Eslovenia, Viran Morros, en su ‘videoblog’ en la RFEBM dejó claro que los ‘Hispanos’ creían en ellos mismos, creían que podían estar nuevamente en semifinales. Y vaya que si tenían fe en ellos mismos, pues en este Europeo ha habido un lema que se impuso por encima de cualquier otro: ‘creer, creer y volver a creer’.

España creyó en sus posibilidades cuando en la primera jornada pasó por encima de la República Checa, creyó más todavía cuando ganó a Hungría dos días después. Pero también creyó cuando cayó ante Dinamarca, y fue esa fe en el trabajo realizado la que le valió para sacar su mejor versión ante Macedonia. Aquella valiosa victoria le puso con las semifinales en el horizonte, dependiendo de si misma. Pero 48 horas después de derrotar a la selección de Raúl González, cuando España creía más que nunca en llegar a semifinales, los ‘Hispanos’ cayeron con claridad ante Eslovenia, que fue muy superior durante todo el partido. Ante un panorama grisáceo y ante las dudas que generaba aquel mal partido, la selección de Jordi Ribera lo tuvo claro, había que seguir creyendo. La derrota de Macedonia ante la República Checa y el posterior empate entre los checos y los eslovenos facilitó un poco las cosas, pero tampoco era fácil seguir creyendo ciegamente en uno mismo cuando enfrente, solo 24 horas después de chocar contra el muro esloveno, iba a estar Alemania, aquella selección que pasó por encima tuya en la final del Europeo hace solo dos años y que llegaba a este último partido de la Main Round también dependiendo de si misma y con dos días más de descanso. Pero en ese momento, más que nunca, el lema de este torneo fue grabado a fuego en la frente de los jugadores españoles, ‘creer, creer y volver a creer’.

En el camino hacia al partido contra Alemania, además de las derrotas ante Dinamarca y Eslovenia, España tuvo que superar más piedras que no minaron su confianza. Pues la selección de Jordi Ribera creyó cuando Ángel Fernández tuvo que abandonar el torneo después del primer torneo por un esguince de rodilla (entró Aitor Ariño y cumplió desde el primer minuto), también creyó cuando Gedeón Guardiola se hizo un esguince de tobillo e incluso creyó cuando Julen Aginagalade tuvo que salir de la convocatoria ante Dinamarca por problemas de espalda (lumbalgia aguda).

Y así se llegó al día al momento clave del torneo, las 20.30h del miércoles 25 de enero. Un todo o nada ante la actual campeona de Europa, Alemania. La selección de Uwe Gensheimer, Andreas Wolff, Steffen Weinhold, Hendrik Pekeler, Patrick Wiencek, Patrick Groetzki, Steffan Fäth y compañía.

Christian Prokop, no cabe duda de que la preparación táctica del encuentro fue sensacional. Aún así el comienzo no fue fácil. Ambas selecciones evidenciaron el respeto que se guardaban la una a la otra, lo que provocó que los primeros minutos no fueran brillantes para ninguna de las dos. España estaba mejor sobre la pista, pero no dominaba con autoridad y el partido estaba igualado. Los minutos transcurrían y aunque los de Jordi Ribera mejoraban sus prestaciones, el marcador no se rompía. Los alemanes se aferraban a sus opciones de clasificación. Y fue aquí cuando volvió a seguir creyendo la selección española, que se metió entre ceja y ceja que con el trabajo que estaban haciendo iba a llegar su momento, ese era el camino.

En esa primera parte, cuando corría el minuto 23, Gonzalo Pérez de Vargas se vio obligado a irse al banquillo con molestias en la rodilla de derecha. El portero del FC Barcelona Lassa aguantó durante minutos el dolor que le produjo un mal gesto tras una maravillosa parada que sacó con la mano derecha. Hasta ese momento, Gonzalo estaba haciendo un gran partido (38%). Era un palo para España, pero no había otra opción que seguir creyendo. En su lugar salió Rodrigo Corrales, otro portero de garantías, y lo demostró con creces en un día en el que celebró su cumpleaños, la clasificación para semifinales y su magistral actuación (39%).

Cuando se llegó al descanso las sensaciones era muy positivas. España estaba muy cómoda en defensa, tanto el 6:0 como el 5:1 (utilizado ocasionalmente) estaban haciendo daño a una Alemania que actualmente no brilla especialmente por su riqueza táctica. Y en ataque las cosas también iban bien, Julen Aginagalde estaba haciendo mucho daño y hubo momentos de mucha fluidez de balón, exigiendo movilidad a una defensa alemana superior al uno contra uno pero a la que le cuesta más cuando tiene que mover las piernas. Aún así, a pesar de que el trabajo español era bueno, el marcador solo reflejaba un 13-14 favorable a España, el partido estaba siendo tan igualado como se esperaba.

Tras la reanudación las cosas no cambiaron, las sensaciones de España seguían siendo buenas pero la igualdad reinaba en el marcador. Pero este panorama no tardó demasiado en cambiar, exactamente pasaron 4 minutos de segundo tiempo hasta que el Arena Varazdin se tiño por completo de rojigualda. Fue en este momento cuando España dominó por completo al ataque alemán, llevando la iniciativa desde la defensa y noqueando una y otra vez a su rival. Rodrigo Corrales acumuló parada tras parada y España pudo correr. Pero no solo de contraataques vivió la selección de Jordi Ribera que, durante muchos minutos, mostró su mejor nivel ofensivo desde hacía tiempo. El ataque posicional, gran losa de esta selección española, inferior físicamente y sin lanzamiento exterior, también superaba a una Alemania a la que sacaba del partido con el paso de los minutos. Las caras de los alemanes lo decían todo, estaban dejando de creer.

En esos 12 minutos mágicos en los que la selección de Jordi Ribera sacó a relucir su mejor cara, el balonmano español sacó a relucir su mayor músculo, el del cerebro y del buen juego. A falta de centímetros, kilos y fuerza, España tiró de táctica y técnica para colapsar a una Alemania que no metió ni un solo gol durante esos 12 minutos en los que el parcial fue de 8-0.

Con el partido encarrilado creer ya era lo fácil. Hasta creían los que jamás creyeron en Jordi Ribera y su selección. Hasta aquellos que cuestionaron la convocatoria española y crucificaron a España tras caer ante Eslovenia (partido en el que se jugó muy mal pero ante una selección que perfectamente puede ganar a España).

Ahora, con el objetivo cumplido (objetivo entendido como ambición, no como obligación) a España solo le queda volver a creer. Enfrente tendrá la mejor selección de la historia, que sin Narcisse ni Omeyer ha perdido potencial, pero que sigue siendo la mejor del planeta. Por eso, el camino debe seguir siendo el mismo, ‘creer, creer y volver a creer’, pues la vida está hecha de imposibles.

Edu Agulló | @Eduagullo

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