Alejado de cualquier semifinal desde 2008, ausente en los Juegos de Londres 2012 y en el Europeo de Dinamarca 2014, y por si fuera poco fuera del Mundial de Qatar 2015. Así estaba el panorama de la selección alemana cuando llegó al banquillo el islandés Dagur Sigurdsson, allá por agosto de 2014.

Los éxitos en categorías inferiores no cesaban de llegar, había madera para construir un equipo fuerte, pero los resultados no llegaban a la selección absoluta. Algo estaba fallando, algo estaba saliendo muy mal.

Para cambiarle la cara a su selección Alemania confío en Dagur Sigurdsson, por aquel entonces entrenador del Füchse Berlín. En el banquillo berlinés ya había hecho un gran trabajo, cogió a un equipo de mitad de tabla y lo llevó hasta la Final4 de la EHF Champions League. Además, había sido tercero en la Bundesliga en dos ocasiones y unos meses antes de su llegada a la selección alemana había levantado la EHF Cup. Y no solo los resultados justificaban el fichaje de Sigurdsson, aquel Füchse Berlin jugaba muy bien al balonmano.

Antes de comenzar a ponerse manos a la obra llegó la primera buena noticia para Alemania, la IHF le otorgaba una ‘wild card’ para participar en el Mundial de Qatar 2015. Dagur Sigurdsson comenzó a trabajar duramente para crear un bloque sólido que dejase atrás los fracasos de los últimos años y lo consiguió en pocos meses. La imagen que dejó Alemania en este torneo fue muy positiva, solo Qatar le dejó fuera de la lucha por las medallas, y evidenció que en próximos eventos sería una selección muy a tener en cuenta.

El siguiente reto para el islandés, que en verano de 2015 decidió dejar el Füchse Berlin para centrarse en la selección alemana, fue la fase de clasificación para el Europeo de Polonia 2016. Alemania compartió grupo con España, Austria y Finlandia y apenas pasó apuros para certificar su pase a la cita europea. Tan solo se dejó puntos en León, donde perdió ante España. Las cosas pintaban muy bien para la selección de Sigurdsson, que a cada partido que pasaba jugaba un poco mejor. Atrás se estaba quedando el juego tremendamente físico que le caracterizaba en los últimos años.

Debido a la insultante juventud de la selección alemana (menos de 25 años de edad de media) este no era su torneo idóneo, su mejor momento debería llegar en próximos eventos, pero aún así la evolución que ha experimentado desde verano de 2014 le ha valido para volver a situarse entre las mejores selecciones del mundo. Y eso que Dagur Sigurdsson ha tenido que hacer frente a imnumerables infortunios.

Los jugadores más utilizados por el entrenador islandés durante el Mundial de Qatar 2015 fueron: Uwe Gensheimer (7h27min), Patrick Groetzki (6h50min), Patrick Wiencek (5h56min), Silvio Heinevetter (5h) y Paul Drux (4h53min). Pues bien, ninguno de estos cinco jugadores estaba en la convocatoria para el Europeo 2016. Todos ellos, salvo en el caso de Heinevetter, se quedaron fuera por causa de una lesión. Es decir, Sigurdsson no podía contar en la cita europeo ni con sus extremos titulares, ni con su pivote titular ni con su lateral izquierdo titular. Algo que supondría un drama para prácticamente cualquier selección.

En la primera jornada Alemania se vio las caras con España y cayó derrotada en un partido en el que a pesar del resultado las sensaciones fueron más que positivas. Dagur Sigurdsson dejó claro que a pesar de las bajas no se les podía dar por muertos. El entrenador islandés mostró su variado repertorio táctico y puso contra las cuerdas a una de las grandes favoritas al título, que tuvieron en Arpad Sterbik un seguro de vida que les permitió controlar el partido y que no se les escapase.

Tras aquella derrota Alemania no volvió a perder. Pleno de victorias para dejar en la estacada a selecciones como Suecia o Dinamarca y para colarse las semifinales contra todo pronóstico.

Las bajas dejaban a Alemania fuera del grupo de los favoritos pero los partidos hay que jugarlos, y sobre la pista Dagur Sigurdsson ha dado una lección de cómo gestionar un equipo. Las variantes tácticas son continuas, tanto en ataque como en defensa, el islandés está leyendo los partidos como si ya los hubiera visto en vídeo y responde a las mil maravillas a cada movimiento táctico del rival. A Alemania la hemos visto hacer defensas abiertas, defensas cerradas, con muchas salidas, más pegadas a los 6 metros, les hemos visto jugar con doble pivote, con portero-jugador… En definitiva le hemos visto hacer de todo y hacerlo muy bien. Esta Alemania juega al balonmano de manera sobresaliente.

Ofensivamente Dagur Sigursson ha conseguido confeccionar un equipo que no solo viva de su físico. Mueven el balón con mucho rigor y dinamismo, algo que no es fácil cuando tienes en tu plantilla jugadores de tanta altura (Alemania es la selección más alta del torneo). El trabajo táctico se percibe prácticamente en cualquier jugada de Alemania pero queda más que claro en las inferioridades donde la utilización del portero-jugador por Dagur Sigurdsson provoca una verdadera igualdad númerica, al contrario que ocurre con otros equipos que se limitan a poner una estatua en un extremo al que la defensa rival no se preocupa en prestar atención.

Donde también se percibe el buen juego que practica esta selección alemana al que Sigurdsson ha cambiado la cara es en la alta participación de los extremos. Para que en un equipo puedan llegar muchos balones a los extremos es fundamental darle movilidad al juego creando la superioridad a partir de un buen trabajo de la primera línea. Y en Alemania está claro que ocurre esto, pues es la selección en la que más participan los extremos, con mucha diferencia. El 30% de los ataques posicionales alemanes acaban en el extremo, donde suele estar los talentosos Tobias Reichamnn y Rune Dahmke. Este dato está muy por encima del cualquier selección, y es significativo. (Croacia, 13,5%; Dinamarca, 21%, España, 24%; Francia, 20%; Noruega, 20,5%; Polonia 17,5%).

Sin ningún genero de dudas Alemania y Noruega son las selecciones que mejor ha jugado en este torneo y ambas se verán las caras en unas semifinales que se presentan tremendamente atractivas. Pero la selección de Dagur Sigurdsson para este partido, al igual que ocurrió ante Dinamarca, también llegará con más bajas de las que tenía al inicio del Europeo. Tras el partido ante Rusia se quedaron fuera de combate los dos laterales titulares, Steffen Weinhold (tercer jugador más utilizado) y Christian Dissinger (quinto jugador más utilizado).

Pase lo que pase en estos dos últimos partidos del torneo es más que evidente que el entrenador islandés le ha cambiado radicalmente la cara a Alemania y que en próximos torneos será una de las favoritas a estar en lo más alto del podio. Hay mucho futuro en esta plantilla y da gusto verlos jugar. Este cambio de cara le favorece mucho a la selección alemana, está mucho más atractiva.

Edu Agulló | @Eduagullo